No ha sido la primera vez que en medio de la semana santa, que recuerda la muerte de Jesús en Jerusalén, que las calles de nuestra Villa ven pasar un grupo de personas recordando el camino de Jesús hacia el Calvario. Se le conoce como el Vía Crucis o "camino de su crucifixión". He participado más de alguna vez y desde antes de haber llegado a esta Villa, en otros lugares, y aquí también. ¿Qué razón o motivación hay para esto? En realidad son muchas, pero buena parte de esto es por afectos, y también por tradición cultural.
En el terreno de las vivencias personales, todas son válidas cuando se quiere expresar un cariño sincero por alguien que en vida se preocupó de escuchar a la gente y abrir un camino de sentido a la existencia. Cual es llevar el amor hacia el extremo e instalarlo como la fuente desde donde la vida cobra sentido. El Via Crucis es como un acompañar, tiene mucho de empatía y de encontrarse unos con otros cuando se nos va de nuestra vida un ser querido. Y por esta razón aparecen niños, jóvenes, adultos y ancianos y la gente ora -algunos hasta lloran- por la emoción con la que viven y comparten el acontecimiento.
A lo largo de nuestra vida la muerte suele aparecer en seres muy queridos y llegar sin aviso y por cosas del destino. Podemos morir en un instante sin que la muerte "nos pida permiso" para sacarnos del plano de la existencia. Es muy difícil explicar y convencerse de que es un proceso natural mediante las palabras, ya que siempre queremos vivir y en abundancia. Por eso la muerte duele. El mensaje de Jesús, sin embargo, es que la muerte no tiene la última palabra. Ya que en su lógica, el Amor no puede morir y por su puesto, no se "explica" científicamente desde el plano material.
Lo interesante y noticioso es aquí haber expresado en la vía pública un sentimiento colectivo que aunque es doloroso impacta y reúne.
Quizá - y esto puede ser discutible para muchos- este hecho, la crucifixión de Jesús y su muerte en la cruz, parece sugerir al menos dos cosas muy profundamente relacionadas entre sí.
1) Que su mensaje hecho práctica transforma las relaciones humanas que se basan en el temor y la desconfianza hacia otras basadas en la fraternidad, lo que genera un ambiente de resistencia a su mensaje hasta el punto de que algunos decidieran sacarlo y hacer desaparecer su influencia. Frente a esto, Jesús permaneció en su línea de acción y llegó hasta el final. Resultado, muere condenado como un criminal, pero es inocente.
2) El valor de representación que tiene aquí la empatía. Jesús es el maestro entre otras cosas, de la "empatía". Profundamente humano, directo y asertivo, se multiplica en generosidad para entregar un mensaje de Amor y Paz que despierta y abre caminos de esperanza en un pueblo que sufre injusticias y dolores.
La reflexión que se viene es cómo captar este mensaje y ponerlo en movimiento en un mundo infinitamente diferente, a más de veinte siglos y con una carga histórica muy densa y compleja. Atónito ante la irrupción de un innumerable desfile de novedades tecnológicas, problemas bioéticos, pandemia reciente, inestabilidad política global y medioambiental, que obliga a tomar decisiones difíciles; en fin: inseguridad y temor ante lo que pareciera ser "una mentalidad de poder materialista y brutal" que se impone y nos hace perder el sentido humano y con ello naufragar en el camino de la "vocación" que nos interpela a desarrollar en la convivencia de todos los días, la "humanidad" de la que somos portadores.
No puedo dejar de mencionar las palabras que pronunció el párroco Pbro. Francisco Ibáñez al cerrar el Vía Crucis. Un llamado a la unidad, la preocupación por el prójimo y a convivir en paz con una bendición especial a todos los vecinos y vecinas de nuestro hermoso lugar, Villa El Alba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario